quinta-feira, 8 de março de 2018

Sei que a leitura do espanhol, não resulta fácil a todos, mas Luís Equini traz sempre reflexões atuais e profundas. Na reflexão de hoje, ele descreve os últimos momentos de Jesus, como se fossem narrados pelo mesmo Jesus. Não sabemos realmente o que teria passado e sofrido Jesus em seu interior, por isso a reflexão de Equini pode nos ajudar a mergulhar na mística da semana santa. Confira, medite e ore.


Jesús a camino de su muerte


¿Habrá pensado algo de esto, Jesús, cuando iba camino al Calvario?

    Estoy con mis amigos en el monte de los olivos, que llaman Getsemaní, es noche cerrada, siento frío en el cuerpo y en el alma por lo que se avecina, estamos todos cansados y mis amigos se dejan vencer por el sueño, mientras yo oro a ti, Padre mío.
   Tengo una tristeza de muerte, ha llegado ya mi hora, estoy transpirando y no es de calor porque estamos en invierno, siento un sabor a sangre y sal al secarme la transpiración de la cara con la mano, no se lo digo a mis amigos porque ya están bastante asustados con lo que viene pasando en los últimos días. Yo también tengo miedo y por eso te pido, Padre, que si fuera posible me liberes de beber esta copa de dolor, pero que se haga su voluntad y no la mía.
     Oigo murmullos de personas que se acercan, ya veo las antorchas y distingo los palos y armas que traen, dispuestos a la lucha, si hace falta para apresarme como a un vulgar delincuente o a un revoltoso peleador, me intimidan pero a pesar de eso los enfrento, Ni bién la débil luz de las antorchas me alcanza, para que no se produzca una trifulca con mis amigos, aunque no logro evitar que Pedro, con su espada, hiera a uno de ellos. Me tratan con violencia, me golean, me empujan y me arrojan al suelo por temor a que yo me resista, hasta me sujetan con cuerdas en las manos y el cuello para evitar que pueda huir, pero yo no ofrezco ninguna resistencia. Me llevan casi a la rastra por las callejas de la ciudad hasta llegar a la casa del sumo sacerdote, donde me someten a un interrogatorio como a un vulgar delincuente, me enfrentan con falsos testigos buscando la excusa para condenarme a muerte, pues eso es lo que quieren, matarme, así que el interrogatorio y los testigos son una farsa y mal preparada, y como no logran hallar un motivo valedero para consumar su plan, yo mismo les doy ese motivo anunciando que el Hijo del Hombre se sentará a la derecha de Dios, y que vendrá con mucho poder y gloria, sobre las nubes para juzgar a los hombres.
   Los jefes de los judíos, y los religiosos ya han decidido condenarme a muerte aun antes de apresarme, no buscan la verdad, no importa lo que yo diga en mi defensa, por eso con esa declaración mía ya tienen un argumento para condenarme a muerte, según ellos entienden que yo blasfemé, pero como están bajo el poder de los romanos no les está permitido hacer justicia por sí mismos, por lo que me llevan a la presencia del gobernador romano, y cuando me interroga le comunico mi realeza, la que no es de este mundo y el gobernador queda perplejo sin saber que hacer. El gobernador romano no es judío, obviamente, por lo que no puede entender mi postura, no tiene ni idea de lo que estoy hablando, y aunque si fuera judío no aceptaría lo que yo estoy diciendo, este hombre no tiene interés en condenarme a muerte, porque además no encuentra motivos, pero es un hombre miedoso de perder su buena posición.  Intenta varias veces evitar mi condena pero finalmente se deja convencer más por temor a una posible represalia en su contra por parte del emperador.
    Con falsas acusaciones logran que se me castigue con los cuarenta latigazos y los soldados agregan una corona de espinas por eso de que soy rey, y soy escarnecido y se mofan de mí de todas las formas que se les ocurre.
La turba, alentada y acicateada por los sumo sacerdotes y demás jefes religiosos judíos, sigue gritando y pidiendo mi muerte a cambio de la vida de un sedicioso que está preso, y el gobernador accede y acepta el cambio, así termina con este altercado que le molesta.
    La condena a que soy sometido es muerte en la cruz, el peor castigo reservado para grandes delincuentes, y yo, debilitado por los castigos prévios, debo cargar hasta el lugar de la ejecución un pesado leño que será mi patíbulo, el lugar asignado para la ejecución es al costado del camino que conduce a la ciudad, para que todos los que pasen por allí me vean y les sirva de escarmiento.
    Estoy cansado y dolorido, debilitado por la sangre que perdí en la flagelación, y por temor a que yo muera antes de llegar al lugar de la crusificción, y quedarse sin el espectáculo central de toda esta parodia de juicio, los soldados toman a un campesino que regresaba de sus tareas en el campo y lo obligan a llevar el madero de mi patíbulo, cosa que hace de mala gana, y yo pienso: si supieras a quien estás aliviando del peso de ese madero lo harías con otra disposición de ánimo.


   Mientras avanzamos por las calles retorcidas de la ciudad en dirección al lugar de la ejecución miro a mi alrededor y veo gente de todas las edades pero casi exclusivamente hombres, algunos observan con curiosidad pues no saben de mi, otros miran interesados, esperando ver algún prodigio porque oyeron hablar de los milagros que realicé, otros más gritan y vociferan con saña, alentados por los jefes, como intentando hacer más dolorosa mi situación mientras un grupo de soldados mantiene a la multitud alejada de mi, quizás para evitar que mis amigos intenten acercarse para liberarme.
   Mientras miro a esa muchedumbre pienso:¡cuantos de los que hoy estuvieron pidiendo mi muerte habrán estado festejando mi entrada a la ciudad, el último domingo, pidiendo que me hagan rey! Y también pienso que la muchedumbre es anónima, son muchos pero es nadie, no tiene rostro, no se sabe quienes la componen, y tampoco tiene cerebro ni idea propia, se deja llevar por quien grite más fuerte, por lo que no son plenamente culpables de lo que hacen.
    Allá lejos, casi escondiéndose entre las casas, distingo a un grupo de mujeres que lloran, se golpean el pecho y con el rostro cubierto por el manto como intentando hacer desaparecer, con no verla, esta dura realidad que están viviendo, se consuelan mutuamente. El grupo de mujeres logra alcanzarme y a la distancia me dicen palabras de aliento para darme un alivio que no llega, entonces les digo que no lloren por mí sino por todos aquellos que están en las tinieblas del error y no buscan la verdad. Una de esas mujeres se anima a desafiar a la guardia romana y llega hasta mí y con un lienzo me seca el rostro de sangre y sudor. 
    Luego veo a mi madre, está un poco más retirada, sostenida por alguna parienta porque el dolor que siente le hace flaquear las fuerzas, ella sabe que mi camino es ese y que no tiene retorno, pero por sabido no deja de ser más doloroso, y por eso quizás sufre más todavía, yo intento consolarla con la mirada pero en ese momento caigo y ya no veo a mi madre, pero veo a algunos de los que curé de enfermedades y que sin embargo se ensañan conmigo como si le hubiese hecho algún daño.
    Tropiezo y vuelvo a caer, y es la excusa que necesitan los verdugos para azotarme nuevamente, percibo que lo hacen para enardecer más todavía a la turba, que como dos murallas a mis costados, me marcan el camino pues yo no alcanzo a ver bien por donde voy.
    Pienso en todos los sufrimientos que me están infringiendo y me pregunto porque el ser humano se deja llevar tan fácilmente por los pregoneros de la muerte, porque algunos hombres disfrutan tanto con el morbo y el sufrimiento ajenos, hay situaciones en las que estos dos factores ofician de disparadores de las pasiones más bajas del ser humano.
    Miro a un grupo de niños que observan todo lo que sucede, corren de un lado para otro alrededor nuestro intentando no perderse nada del espectáculo, lo toman como una diversión, no tienen conciencia de la gravedad y magnitud de estos hechos, se insensibilizan al dolor ajeno y crecerán con el convencimiento que pueden provocar dolor a las personas sin ningún reparo. La prueba de ello está en el grupo de mis verdugos, se ensañan en provocar dolor y daños a sus víctimas sin ponerse a pensar si es justo o no lo que están haciendo, buscan un algo que los gratifique, se ríen de los padecimientos de los reos ocasionales, en este caso yo, y sin embargo no se sienten satisfechos con lo que hacen, y quizás esa es la razón por la que aumentan los tormentos de los condenados con novedosas formas de torturas, en la vana esperanza de hallar eso que los gratifique plenamente.
    Mientras sigo andando entre empujones, golpes, insultos, tropiezos y caídas pienso también en el grupo de los llamados religiosos, esos que instigaron y lograron obtener mi condena a muerte. Tienen miedo, aunque parecen muy seguros de sí mismos, y su temor no es a sufrir algún daño o agresión físicos, su temor es a perder sus privilegios de jefes, conductores o maestros dentro de la religión judía, perdiendo con ello el bienestar económico y social que conlleva su posición, corrupción mediante. En su mentalidad yo represento un peligro porque hago notar la hipocresía con que se presentan al pueblo y ese es el verdadero motivo por el que buscaron mi muerte.


    También hay un grupo de personas que desconocen totalmente mi historia y mi prédica, por lo cual piensan que si me tratan así será porque algo debo haber hecho para merecer ese trato, son los que creen que con desentenderse de situaciones complicadas están libres de toda responsabilidad.
    En toda esta vorágine de acontecimientos pienso en mis amigos que no los veo, ni cerca ni lejos, solo vi a Pedro, en la mañana temprano, en el patio de la casa del sumo sacerdote, nuestras miradas se cruzaron por un momento y él bajó sus ojos hacia el piso, se dio vuelta y dándome la espalda salió apresuradamente de la casa, luego no volví a verlo. A los otros no los veo, quizás escaparon por miedo a sufrir la misma suerte que yo, todavía no están preparados para lo que yo los elegí.
    Ya estoy cerca del sitio donde me crucificarán, y mi instinto es retrasar la llegada a ese lugar, no me gusta sufrir, me estoy moviendo como un autómata y me resisto a terminar así, morir de una forma ignominiosa, en un pueblo subdesarrollado y sin que ni siquiera mis paisanos reconocieran quien realmente soy. Recorro los últimos pasos en la convicción que este es el único camino para redimir a la humanidad extraviada en el laberinto de su propia concupiscencia.
     Con mucha violencia me arrancan las vestiduras, me tiran al suelo, me sujetan y clavan mis manos y mis pies al patíbulo y ya me levantan en la cruz quedando yo colgado de los clavos. El dolor es tan intenso, insoportable, que me deja en una semiinconsciencia, y nuevamente veo a mi madre llorando y a su lado a uno de mis amigos, Juan, y le pido que vea en Juan a su Hijo, y a Juan le pido que se haga cargo de mi madre cuidando de ella por mí. Solo me queda pensar en el desconocimiento que tienen estos hombres de mi persona y la ignorancia los favorece, por eso Padre, perdónalos, no les tengas en cuenta esto que hacen conmigo.


  

  Padre, la copa que me ofreciste la tomé hasta la última gota, ahora voy a ti, a tu derecha, como fue y será por los siglos de los siglos. BENDITO SEAS POR SIEMPRE. PADRE

Equini Luis

Minhas mensagem as lindas mulheres


Hoje dia 8 de março de 2018, quero deixar minha mensagem a você mulher, confira no vídeo.



A mulher mais bonita não é a que usa as roupas mais da moda, a que melhor se maquilha ou a que tem o cabelo mais brilhante. 

A mulher mais bonita é aquela que brilha com luz própria, uma luz que vem de dentro dela mesma. É a que maravilha com sua força e poder. 

A mulher mais bonita é aquela que sabe o que quer e não tem medo de ir buscar. Sabe quem é e gosta de ser assim. 

A mulher mais bonita é confiante, forte e corajosa. É uma guerreira que não se deixa amedrontar por pouco, e sabe amar com todo seu coração.




segunda-feira, 5 de março de 2018

Se conhecesses o Dom de Deus




Em um diálogo com a mulher samaritana no capítulo quarto de João, Jesus lhe disse: “se conhecesses o Dom de Deus...” (v. 10). Hoje esta frase ressoa uma e outra vez em meio interior ao perceber e viver os detalhes de Deus para comigo, sejam eles através dos amigos, familiares, da beleza da criação e também pelo carinho e acolhida que recebo de todos. Hoje com 32 e meio, início uma nova etapa da minha vida para correr atrás dos meus sonhos e para lutar por aquilo que acredito. Novamente deixo a casa materna e minha terra, para ganhar as alturas, lançando-me em novas aventuras, mas com uma grande bagagem da vida que me fez mulher, me fez crescer.

Alguns dias atrás escutei esta frase: “na vida não devemos perder tempo com o medo, mas sim, investindo nela com a fé e a esperança”. Confesso que a frase veio a calhar, me deu mais força e coragem para seguir adiante. 

Pessoalmente sou uma pessoa que gosta das coisas certas e de segurança, mas novamente sou chamada a lançar-me mar adentro e assim estou, feliz e arriscando, ainda que as vezes quero ser o deus da minha própria vida. O importante é que Deus não desiste de mim e constantemente me permite ver minha falta de fé e me convida a abandonar-me em seu Dom. 

Assim como fez com a samaritana, Jesus me convida a um encontro pessoal com ele e, posso com alegria e paz dizer que mais do que nunca estou vivendo alimentada por este Dom. Me sinto imensamente feliz e agradecida a Deus e aos meus amigos e familiares que me deram toda a força e condições para iniciar esta nova etapa. 

Como muitos sabem, retornei à cidade de Belo Horizonte, para as lindas terras de Minas Gerias. Volto aos amigos conquistados, volto a amada teologia (nisso tenho que dar muitas graças ao meu reitor que me deu toda a força e oportunidade) e ao meu querido ISTA. Só tenho a agradecer tanto carinho recebido. 

Voltando para a estrada da teologia, desejo ser mais que uma simples peregrina, desejo ser protagonista, aprendiz, teóloga do reino e mistagoga. Todo bem e apoio recebido, espero retribuir fazendo o mesmo a alguém futuramente. Agradeço aos que creem e apostam no meu potencial. Só tenho a dizer: obrigada, obrigada, com o meu melhor sorriso, desejando ser um dom de Deus. Peço que orem mim sempre, especialmente para que encontre um emprego o mais pronto. 

"Sei que os que confiam no Senhor 
Revigoram suas forças, suas forças se renovam 
Posso até cair ou vacilar, mas consigo levantar 
Pois recebo d'Ele asas 
E como águia, me preparo pra voar" Celina Borges

domingo, 4 de março de 2018

A sorte segue a coragem



“Ser pessoa consiste em dispor-se aos outros. Trata-se de um projeto audacioso de pertencer-se para doar-se” Pe. Fabio de Melo


Vivemos em uma sociedade liquida onde tudo passa incrivelmente rápido. As pessoas querem riqueza, fama e seu nome na posteridade, mas se negam a fazer processo e ser aprendiz da vida. Olhando para Sócrates, Platão, Pitágoras, Aristóteles, Agostinho, Marx e tantos outros personagens que deixaram seu nome e sua contribuição na história da humanidade, vemos grandes homens e mulheres que marcaram seu tempo. No entanto, não são reveladas suas lutas e batalhas pessoais, tanto quanto são seu sucesso e façanhas. Os desafios que tiveram que enfrentar, foram determinantes em suas vidas. 


    Poucos sabem que Sócrates foi perseguido por suas ideias que conscientizavam e questionavam a todos, especialmente os líderes políticos e religiosos, pois desejava uma sociedade nova, mais justa, onde considerava a educação como o remédio para o crime. Remédio que negavam dar a população. Sócrates foi perseguido ao ponto de ser obrigado a tomar cicuta, rompendo aí o ciclo de sua existência. No entanto seu pensamento não morreu, mas ao contrário, pode iluminar homens e mulheres através de vários séculos. 

    Os principais pensamentos de Platão atravessaram a história, mas suas lutas para chegar a ser quem foi, não são mencionadas as multidões. Ninguém disse que ele foi vendido como escravo por Dionísio, rei de Siracusa que temia seus ensinamentos. Este se livrou da escravidão porque conheceu o poder da verdadeira amizade. Além da escravidão, foi obrigado a viver 12 anos longe de sua cidade natal. Anos que foram essenciais para o seu conhecimento, pois aproveitou para viajar e conhecer a sabedora de outras culturas. 

Como se pode ver, todos passamos por desafios, fracassos e conquistas, por isso não deve existir vítimas ou vilões, somos seres em construção, habilitados para escrever a própria história. O diferencial está em nossas atitudes, de como enfrentamos as coisas, sendo maduro frente a elas ou sendo levado como uma folha ao vento, sem nenhuma atitude. 

Que dizer da inteligência de Pitágoras e do quanto teve que suportar?! Começar do zero não é fácil, mas ele começou após ter sua escola filosófica destruída e incendiada. Venceu o desprezo e a exploração de seus conhecimentos. Mas estes mesmos conhecimentos, foram sumamente imprescindíveis para o avanço da ciência. Como vemos, nada é por acaso, todo o herói tem sua história de dor, de lutas pessoais, mas que se deixaram guiar pelos seus sonhos e inspirações. 

    Poderia seguir citando tantos outros, tais como o brilhante Aristóteles, Heráclito, Agostinho de Hipona, Orígenes, Tomas de Aquino, Marx... mas o central e comum destes homens foi o desejo do bem, tanto a nível pessoal como social. Certamente tiveram seus erros e acertos, mas assim é a vida, não podemos nos negar vive-la. 

   Ao longo da nossa história tivemos diversos enviados de Deus, chamemos de Abraão, Moisés, Maomé, Jesus, Buda, Confúcio, Gandhi, Teresa de Calcutá, Irmã Dulce e tantos outros, o que eles vieram nos transmitir foram os ensinamentos de um Deus amor, criador. Para seguir firme na fé, não precisamos eliminar o outro. Nossa vida se constrói com o outro, com o diferente. 

    A história da humanidade já era para estar anos luzes de avançada, mas em lugar de somar nossos conhecimentos, tratamos de eliminar o que nos ameaça. Alguns são capazes de eliminar seu próprio passado, por não aceitar suas origens, por desprezar o meio social de onde saíram. A maquiagem nunca esteve tão de moda, pois oculta um rosto com manchinhas, pintas, sardas, algumas marcas de expressão... quer engano maior que querer ocultar a própria idade? Isso é desconsiderar a própria história pessoal, os anos de luta, as conquistas e etc. fazemos plateia para a beleza, esquecendo que o branco depende do preto, que o sol não se opõe a lua, mas se completa com ela. Assim somos nós: as experiências que passamos, podem caracterizar e revelar quem somos. Não nascemos prontos e não sairemos vencedores na primeira batalha, por isso, é preciso persistir. 

    Creio que todos já sabem que o pó de café dá o melhor de si quando confrontado com a água quente. Dizer tudo isso sei que é fácil, também estou na escola da vida e realmente posso dizer que nada sei diante de um mundo vasto em conhecimento. Não estamos só, Deus continua enviando seus seres de luz até nós, mas a luz só pode ser contemplada na luz! Fica a dica de uns iluminados de nossos tempos: Professor Leandro Karnal, professor Mário Sergio Cortella e Laércio Fonseca, professora Lúcia Helena da escola nova acrópole e tantos outros espalhados pelo mundo, depende de nós se estamos abertos a receber tais bens. Espero que você esteja! Não permita ao outro dizer o que você pode ou não, acredite em voce, em teu poder. Como diz o professor Cortella: a sorte segue a coragem! Seja corajoso, corajosa.

sábado, 3 de março de 2018


    Saudações queridos irmãos e amigos. Que nosso Senhor nos abrace a cada um em sua realidade. Partilho com vocês a alegria de retorna a BH, onde havia iniciado um processo que desejo terminar. Só tenho motivos para dar graças a Deus e pedir-lhe que seja fiel em minha fé e em escutar sua voz, que ecoa no mais íntimo de mim e nos detalhes da vida. Estamos celebrando o 3º domingo da quaresma, como vemos, estamos nos aproximando do pascoa de nosso Senhor e centro de nossa fé. 

    Toda grande festa requer uma detalhada preparação, o mesmo exemplo seguimos na vida espiritual, por isso te pergunto meu amigo, minha amiga, como está a tua vida de fé? E não se enganem, pois ela se manifesta em nossas relações com as pessoas, com as coisas e com a casa comum. Na liturgia de hoje, temos um alerta contra a idolatria, ou seja, contra tudo aquilo que nos separa de Deus, do irmão e de nós mesmos. Creio que este assunto é bastante pertinente, pois muitas pessoas trocam o valor da vida, pelo valor que atribui as coisas e sem perceber alimentam ganancia, inveja e desejo de poder desordenado, que por sua vez gera violência e morte. Por isso o tema da campanha da fraternidade de 2018 é tão importante: fraternidade e superação da violência, pois existem inúmeros tipos de violência, mas também muito silencio e passividade por parte dos cristãos de diferentes ramos. 

    Na 1º leitura de Êxodo 20, 1-17, temos um tipo de leitura deuteronômica, que chama o povo a fidelidade a aliança com Javé por meio de seus grandes feitos. Israel como bem sabemos, era um povo influenciado por outras culturas politeístas, mas que foi chamado a adorar um único Deus. Nesta narrativa temos os principais mandamentos da fé judaica que foram transferidos aos cristãos. Os primeiros se referem a nossa relação com Deus e os outros se referem a nossa relação com o próximo. 

   No salmo 18 (19) o salmista exclama: Senhor, vós tendes palavras de vida eterna. Neste salmo temos o testemunho de um fiel que se regozija na lei de Deus. 

    A 2º leitura de 1 Cor 1, 22-25, vemos que Jesus é a planificação do atuar de Deus. Ele é sabedoria e poder de Deus, que confunde os gregos e judeus. 

    No evangelho de João 2, 13-25, temos uma conhecida passagem de Jesus no templo expulsando os vendedores e cambistas. Adoraria saber como Jesus agiria vendo os shoppings da fé e tanto comercio que promovem as religiões. Mas voltemos ao evangelho. 

    No evangelho de João, diferente dos sinóticos, existem três festas da páscoa: uma na Galileia e duas em Jerusalém. A passagem de hoje, mostra Jesus em uma delas e sua atitude profética quando percebe que o templo não é mais lugar de oração, mas sim de exploração e opressão do povo. 


    A festa da páscoa para os judeus é o memorial da libertação da escravidão no Egito, libertação que deveria ser atualizada segundo os novos tempos e circunstancias. Jesus expulsa a todos, pois deseja uma restauração do templo, uma mudança profunda, onde sobressaia a vida e a liberdade. Já está mais do que claro que as religiões devem ser promotoras de vida e de liberdade, e não de dependência, cegueira e infantilismo. 

    Que a liturgia deste final de semana nos ajude a expulsar os ídolos que alimentamos dentro de nós, para que nosso templo interior seja digno de acolher a Deus e a vida nova que ele nos propõe. 

    Desejo a todos um lindo final de semana em família e uma excelente semana, deixando ecoar a voz de Deus.

sexta-feira, 2 de março de 2018

Orar com o corpo: curva, ajoelhar e prostrar



Todos estes gestos expressam a reverencia diante do ministério de Deus. São também gestos de adoração. Na adoração o ser humano para de pedir algo a Deus já não mais para si mesmo, mas para o Deus infinito, diante de quem ele se inclina ou se prostra. Dissolvendo-nos nos gestos diante da grandeza de Deus, onde ele se apodera de nós; sua presença é poderosa, é por isso que nos curvamos diante dele, e não olhando mais para nós. Tornamo-nos realmente livres de nós mesmos. 

A bíblia apresenta todos os três gestos de oração como expressão de suplica e entrega reverente, onde o orante expressa sua própria impotência diante de Deus e confia que ele faz o impossível. 

Orar curvando-se 

    Nesta posição não se faz necessário recitar orações, o corpo orar e suplica por si mesmo, por isso devemos esta simples e totalmente no corpo. Também podemos introduzir neste gesto nosso amor e dor que nos pesa. A dor pelo sentimento de fracasso e frustração ou então nosso anseio. 

Ajoelhar 

Há dois gestos que implica o gesto de ajoelhar: dobrar ligeiramente os joelhos e ajoelhar com postura de maior duração. Na liturgia da Igreja primitiva, este gesto não tinha muita importância, orava-se a Deus sobre tudo com inclinações. Na liturgia oficial o ato de ajoelhar praticamente não é previsto. Ainda assim, ele se tornou a postura de oração costumeira do povo, porém o ato de ajoelhar expressa um aspecto essencial da oração: a humildade e a reverencia diante de Deus. 

   Em seguida podemos praticar os mais diversos gestos com as mãos, onde não precisamos dizer palavras, porque já oramos com o corpo, expressando o que está dentro de nós. Também podemos associar o gesto de ajoelhar com uma inclinação, começando com a inclinação de cabeça, de preferência com as mãos juntas. Este é um gesto silencioso de adoração. Ou curvando-nos profundamente a ponto de tocar o chão com a testa. Nesta postura, intuímos o que significa esquecer a si
mesmo, parar de gira em torno de si mesmo e simplesmente cair diante de Deus e adorá-lo. 

Prostrar-se 


   Cair por terra diante de Deus é usual em todas as religiões, mas é especialmente difundido no Islamismo. A prostração expressa humildade, submissa, entrega, impotência, onde confessamos que somos pó e adoramos a Deus com todo o nosso corpo. Neste gesto esta incluído nossa vitalidade e sexualidade, pois na sexualidade, ansiamos por uma vitalidade mais intensa, chegando a intuir que só Deus pode satisfazer nosso desejo mais profundo, sentindo com todo nosso corpo e sentidos. Adoramos a Deus também com nossa sexualidade. 

   Este gesto também pode transmitir acolhimento e abrigo. E um gesto libertador, deixar-se cair no amor de Deus e saber que ele nos carrega. Este gesto pude realiza-lo algumas vezes, é maravilhoso, de uma profunda entrega e ideal para orar quando sentimos dor, cansaço, tristeza, pois Deus nos acolhe com tudo que somos e sentimos. 

quinta-feira, 1 de março de 2018

Este artigo de Luís Equini nos permite refletir sobre nossas atitudes frente a Deus, mas também frente algumas situações bem comuns. Ele parte da reflexão sobre o relato da transfiguração de Jesus e desenvolve uma interessante reflexão com coisas que nos passam a todos, chega a ser engraçado como nos identificamos com certas coisas. As duvidas e interrogações que ele traz, é o que certamente perpassa por todos nós. Vale a pena ler e refletir. Boa leitura!

¿QUIERO SINCERAMENTE TENER UN ENCUENTRO PERSONAL CON DIOS? 

¡Qué bueno que estemos aquí! 


    Yo no soy exegeta, apenas soy un hombre en la búsqueda de la Verdad en la fe, y, como cuando estoy convencido de algo, es muy difícil hacerme cambiar de opinión, más todavía si hay condiciones que confirmen mi punto de vista, por ese motivo paso a detallar porque escribo esta reflexión en particular. 

    En la Biblia de Jerusalén, extraigo del Evangelio de Mateo Mt17, 4 y del Evangelio de Lucas Lc 9,33 sendos versículos que, a mi entender, confirman lo que desarrollo más abajo. (Mt 17,4…Señor, bueno es estarnos aquí…) - (Lc 9,33…Maestro, bueno es estarnos aquí…). 

   En el relato evangélico de la transfiguración de Jesús, se menciona que Pedro le dice al Maestro: ¡qué bueno que estemos aquí! (Mt 17,4) Y esta expresión se encuentra traducida, en algunos textos, como ¡qué bien estamos aquí! pero esto cambia totalmente el sentido de lo dicho por Pedro, no tiene nada que ver lo que dijo Pedro, con lo que se presenta en este último caso, más bien Pedro está diciendo “qué bueno que estemos aquí, en este momento”. 

    Pedro no habla de la situación personal de él y sus compañeros, no se refiere al bienestar que pueden estar experimentando ellos por lo que están viviendo, más bien se refiere al hecho de estar allí, ellos, presenciando como testigos privilegiados, ese hecho extraordinario, sobrecogedor, que los asombra y los turba, por lo que no atinan a nada, solo advierte, Pedro, que lo que está sucediendo es extraordinario, fuera de toda lógica, desconocido y maravilloso a la vez, y lo que llama su atención no es lo que está sintiendo, sino lo que está viendo, eso que está sucediendo frente a ellos, el cambio extraordinario que estaba experimentando su Maestro: la gloria de Dios revelada en su Hijo, por eso se olvida de sí mismo y pone a Jesús como centro de ese suceso único. Pedro se asombra por ser testigo privilegiado de lo que está sucediendo. En ese encuentro inédito de Dios con esos tres hombres, estos reconocen que lo importante de ese encuentro es Dios y lo que Él tenga que decirles a ellos, de hecho, Pedro quería armar enramadas (carpas) para Jesús y los interlocutores que lo acompañaban, mientras él, Pedro, y sus compañeros no se preocuparon nada más que de mirar, turbados y extasiados. 

   Surge la pregunta, ¿por qué es bueno que estén allí, los apóstoles? No es porque ellos se sintieran bien, o que tuvieran una sensación de placer, no, sino porque pudieron ver la gloria de Jesucristo, lo bueno era el hecho de estar allí en ese preciso momento, lo bueno era no perderse nada de lo que estaba sucediendo, porque en la presencia de Dios, cara a cara, lo único que adquiere verdadera relevancia es la presencia divina, la que hace olvidar todo lo relativo al “yo”, para centrar toda la atención en Dios, su divinidad y su gloria. 

    Obviamente que este fue un hecho extraordinario, tanto para esos hombres rudos y faltos de ciertos conocimientos, como para nosotros, que en oportunidades creemos “saber” las respuestas a todo. Fue un hecho que marcó la vida de esos hombres y debería marcar la nuestra. 

    Y ¿qué hago yo para intentar encontrarme con Dios? de hecho siempre es Dios quien sale a mi encuentro, Él elige a la persona, el lugar y el momento, (Adán, Moisés, Abraham, María, etc.), y en oportunidades yo me escondo como Adán; yo debo descubrir ese accionar de Dios en mi vida para responder adecuadamente al requerimiento divino, y no intentar evadirlo a Dios, de esa forma se hace posible el encuentro personal, mío, con Dios, reconociendo que el centro de ese encuentro es Dios y su gloria, la que yo debo reconocer. 

    Si cuando estoy en la presencia del Señor me siento bien, cómodo, sin problemas, entonces significa que no me llega el mensaje divino, no me siento interpelado y no pongo las prioridades en el orden que le corresponde, haciendo a un lado al Señor y poniéndome yo en el centro de todo. No tomo conciencia de la abismal diferencia que existe entre Él y yo, a favor del Señor, y usurpo su lugar creyéndome ser, en ese momento, más importante que Él. Debo reconocer que soy indigno para ese encuentro. 

    Yo, como criatura de Dios, soy importante para Él al extremo que mandó a su Hijo Único para que me rescatara del mal, pero yo no soy lo más importante de ese encuentro entre el Creador y la criatura. Si eso es lo que pienso, y me comporto según ese criterio, estoy equivocando el camino para relacionarme con el Señor. 
 

  La sola presencia del Señor me debe interpelar para que yo haga un minucioso examen de toda mi vida y logre ese cambio, esa metanóia, que Dios me propone. Igual que con el Evangelio, si en vez de sentirme interpelado por el mensaje evangélico me siento alagado, significa que no he comprendido el mensaje evangélico, pues, yo, un simple pecador, disto mucho de ser “irreprochable” en la presencia del Señor, como dice S. Pablo, y no debo confundir los roles, si el Señor se digna acercarse y permitirme estar en su presencia, debo saber y reconocer mi lugar para poder sacar el mayor provecho posible de ese encuentro, entre Dios y yo. 

    Ahora bien, cuando yo entro al templo, o “voy al desierto” o “subo al monte” para tener un encuentro con Dios, por lo general mi preocupación está centrada en “que provecho sacar”, o en como “sacar provecho”, de ese encuentro, me olvido que al acercarme a Dios, solo me debo ocupar de glorificarlo, con alabanzas sinceras, y todo lo demás me será dado por gracia. 

    En muchas ocasiones en que asisto a celebraciones religiosas, al término de las mismas me invade una fuerte sensación de insatisfacción, y es que yo no busco un encuentro con Dios, sino más bien busco satisfacer mis propios intereses, voy al trono de la gracia solamente a pedir, y pido mal; Jesús lo dice bien claro, “el Padre sabe lo que ustedes necesitan aún antes que lo pidan”, entonces debo acercarme a Dios más que para pedir, más bien para darle gracias por todo aquello que continuamente me está dando, y no debo acercarme solamente a pedir aquello que me parece necesitar, porque con ello solo demuestro que me acerco únicamente para obtener algún favor o porque tengo un problema y necesito la ayuda de Dios para solucionarlo; rezo a la Virgen María para que interceda por mí en tal o cual situación, rezo pidiendo la intervención de este santo o de aquel otro, (me dijeron que es muy milagroso en lograr favores), hago una ofrenda económica para que se rece una Misa por tal intención, anoto mis intenciones para que sean leídas en la Misa, dejo una limosna en la alcancía de las intenciones comunitarias, etc., y así sigue la lista, pido, y pido, sin llevar en consideración a Aquel que es el dador de todas las gracias, y que para hacerme destinatario de su favor solo pide que lo ame más que a nada sobre la tierra, que lo adore por lo que es, Dios vivo y eterno, además me pide que reconozca su grandeza y su amor al redimirme. Pero en cambio, cuando me acerco a Dios, lo hago con mezquinos intereses, y no para sentirme gratificado por la Palabra que me llega, y mientras estoy intentando hablar con Dios, yo mismo soy el centro de ese encuentro, o mejor dicho, yo me pongo en el centro, con todo el bagaje de mis cargas y problemas, creyendo que soy lo más importante, yo y lo que puedo obtener a partir de ese encuentro en el cual lo que sobresalen son mis pedidos, mis suplicas, mi interés, el cual está por encima aún de la adoración que le debo solo a Dios. Busco que la celebración me llene, me satisfaga, en el colmo del engreimiento creo que la celebración me tiene que satisfacer a mí y no a Dios, que es el verdadero centro de esa celebración religiosa, yo mismo debo satisfacer a Dios con mi adoración, y mi comportamiento humilde frente a Él. 

    Cuando entro a un templo, me dedico antes que nada a evaluar la construcción, la situación económica de esa comunidad eclesial, los ornamentos y las imágenes, en vez de dedicar mi atención a Aquel que está esperando, en el Tabernáculo, que yo le ofrezca mi amor. 

    Al escuchar un sermón, me puede pasar una de dos cosas, o el predicador me resulta aburrido, tedioso y falto de preparación, por lo cual no presto demasiada atención a la exposición que está haciendo, y por eso, me pierdo el mensaje que el Señor me está enviando; o el orador me atrapa con su carisma y forma de hablar, por lo cual me quedo disfrutando de la envoltura del regalo que Dios me está dando con su Palabra, y no llevo en cuenta el contenido de esa envoltura, que es Palabra de Vida, y por consiguiente, también me pierdo el mensaje que el Señor tiene para mi, dejo de lado el regalo por valorar la envoltura del mismo; de cualquiera de estas dos formas en que yo me acerque al Señor, estoy despreciando su mensaje, prestando atención a lo accesorio, y no a lo importante. 

    Cuando estoy en una celebración religiosa, presto mucha atención al celebrante, como si fuera el centro de aquella, miro como se desempeña, si me agrada o no, la forma como lleva adelante la ceremonia, pero más que nada presto atención como habla, si me gusta el sermón, y trato de ponerle una etiqueta, al sermón, que puede ser catequístico, de formación bíblica, o exegética, etc, y un sin fin de cosas más y que me alejan del verdadero centro de esa liturgia, que es Dios mismo acompañando a la asamblea toda y que le da su verdadero sentido a esa celebración religiosa, Dios es quien santifica ese rito, y a la asamblea misma, “donde dos o más se reúnan en mi nombre, allí estaré yo en medio de ellos”. 

Es la presencia de Dios la que tiene que acaparar toda mi atención, y entonces, a partir de ese reconocimiento de la presencia divina, es cuando yo me sentiré pleno, feliz y puedo decir: “Maestro, que bueno que estoy aquí”, sin preocupaciones que ocupen mi mente y mi espíritu, pues estaré disfrutando de la gloria de Dios, el cual me hace gozar ya en esta vida, un anticipo de lo que será vivir eternamente en su presencia. 

   Pero qué lejos estoy de reconocer y aceptar que Dios esté tan cerca de mí para santificar todas y cada una de las celebraciones religiosas que se le ofrecen y a las cuales asisto, quizás para tranquilizar a mi alma pensando que “cumplo” con los requisitos de cristiano, y me olvido que Jesús dice que debemos ser adoradores en espíritu y en verdad.

Luís Equini

1º Domingo da quaresma 2020